martes, 25 de mayo de 2010

documental histórico


La cicatriz incurable en el documental histórico de Alain Resnais.

Noche y Niebla, de Alain Resnais

Por: Natalia Marín.

Quizás, para nuestra generación, el enfrentarnos a cierto tipo de películas puede resultar sorpresivo, sobre todo cuando llegamos a ellas con todo tipo de prejuicios que ya son muy propios de la juventud: ¡película en blanco y negro! ¡Voz en off todo el tiempo! ¡Histórica!
Desde luego no es nada atractiva para los gustos tarantinescos de acción trepidante, y sangre a borbotones.
Noche y Niebla tiene todos los elementos que prejuzgamos, y aun así, es envolvente, demoledora, de esas películas que dejan el nudo en la garganta si poseemos la sensibilidad necesaria, si somos seres humanos en verdad.
El documental sobre hechos históricos se ha convertido en un ejercicio de información tergiversador, permeado por intereses mezquinos, pues la historia llega a ser maleable y se presta para ser contada a nuestro favor o en contra de otros. Actualmente hay canales televisivos especializados en trabajos sobre la historia y nos la cuentan desde una forma didáctica y entretenida, igualmente de una manera rigurosa tratando de dejar sentada la “verdad” sobre lo acontecido.
Es evidente que las temáticas preferidas del documental histórico son los eventos que han marcado la Historia oficial del mundo, del país, de algún espacio determinado, pero casi siempre se dan en un tono educador.
Noche y Niebla aborda en contenido un tema que ha sido tocado infinidad de veces desde diferentes formatos audiovisuales (ficción-documental), así como en libros, ensayos y demás: Los campos de concentración nazis.
¿Pero en que radica su importancia?
Es poesía, así de simple, un hecho aterrador contado de manera poética y sobrecogedora, y que se va hilando en saltos temporales de las imágenes del pasado (los campos de concentración habitados) y las imágenes del presente (de los mismos campos afortunadamente abandonados), desde luego, ese cambio temporal causa un choque impactantes pues habla directamente de las memorias que quedan inscritas en los lugares, de las miles de historias y personas que allí sufrieron, soñaron y murieron. Estos cambios temporales se dan con los cambios del blanco y negro al color.
Noche y niebla lleva ese título porque así llamaban las autoridades nazis las operaciones sistemáticas de desaparición de personas, que se hacían en trenes en las noches nebulosas de invierno.
Los recursos visuales.
Indudablemente al enfrentar un documental histórico se tiene que echar mano de los recursos fotográficos y cinematográficos que los mismos archivos históricos poseen, Noche y Niebla utiliza un recurso directo, es decir, las imágenes creadas por los mismos nazis, que fueron documentando su barbarie de forma tan programática como la de sus desapariciones y exterminio.
Desde luego, las imágenes históricas (en movimiento o fijas) poseen su aura, al igual que los espacios que los campos de concentración abandonados, pero acá las imágenes son dispuestas de manera puntual, y sirven al propósito del texto, la narración se dispone de manera en que poco a poco nos sentimos que conocemos el campo y a sus macabros oficiales, desde luego acá el propósito inicial con el que fueron rodadas las imágenes nazis cambia radicalmente y sirven para mostrar todo lo contrario.
La Voz en off.
El texto es poesía, poesía dosificada y que nos lleva a lo largo de la película dándonos datos, informaciones y sobre todo reflexiones, que indagan sobre la verdadera condición humana, que hacen una simbiosis perfecta entre palabra e imagen, igual, de la manera casi automática en que es hablada, es contundente.
"Hoy en día, sobre estas mismas vías, hay sol y día. Las recorremos en busca de un tendal de cadáveres que escapaban de los trenes o de los primeros caídos por los golpes y los maltratos en las puertas de los campos, entre los ladridos de los perros, los reflectores y el fogonazo del crematorio; escenas nocturnas tan gratas a los nazis”.
La Música.
La música en Noche y Niebla opera como detonador de atmosferas, es decir, acentúa de manera dramática lo escuchado en el texto y visualizado en las imágenes, creando distintos tipos de sentimientos y atmósferas: Impacto, crueldad, compasión, en fin. Es música orquestada que seguramente sola no tendría tanto poder, sus redoblantes son anunciadores de que lo peor e inimaginable está por llegar.
Al enfrentarse a temáticas históricas, el documental debe hallar la manera innovadora y poética en que este material de archivo pueda transmitirse al espectador. La historia, para ser recordada y sobre todo, aprendida debe ser asimilada con sensibilidad y no por la frialdad de los datos, por lo menos debe lograr que el mensaje llegue de manera cautivadora, cómo lo hace Alain Resnais con su película Noche y Niebla.

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